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El poder es efímero y traicionero. Cuando acaba un gobierno, los presidentes ven que la realidad es distinta de la que vivieron temporariamente, rodeados de personas que los adulan y que los hacen creer omnipotentes e inmortales. Se recomienda tomar el poder con lo que la teología católica llama “pobreza de espíritu”: poco apego a los bienes materiales, sencillez, tratar de servir y no de perseguir. La imagen de Javier Milei se ha mantenido estable desde que asumió el poder. Ni su saldo positivo ni su saldo negativo se han alterado demasiado; pero eso es así en el análisis cuantitativo. Los últimos gestos de prepotencia desde el Gobierno hacen un daño cualitativo. De seguir en esta dirección, tendrá problemas en las elecciones de este año. Leer más