Mucho se discute sobre la posibilidad de que el actual proceso de autoaprendizaje de la inteligencia artifical alcance, en su altura máxima, el Santo Grial de la autonomía, la IA fuerte, la máquina consciente de sí misma, que sea capaz de tomar decisiones totalmente ya independizada de una programación previa. Es por ello que hoy la comunidad científica se debate –como ocurriera en el siglo pasado con el desarrollo nuclear– entre el mensaje de los detractores, que advierten el rugir de una tormenta destructora, y los que avizoran nuevos campos de flores en la expansión de este tipo de tecnología. Por ahora, solo sabemos que será el futuro el que ilumine la línea del horizonte saturada de incertidumbres y temores. Leer más